Se cumplen doce años de Realidad Deportiva. Y es un momento impensado para siquiera festejar, tal vez sea un momento para reflexionar. ¿Sobre qué? Sobre lo que nos apasiona. Y nos apasiona estar.REALIDAD DEPORTIVA
La cancha de fútbol. Cualquiera. La que se improvisa en una plaza con piedras como palos de un arco, la del baldío. La cancha que tiene un pequeño árbol que da sombra y donde se juntan los pibes a reírse y agitar. La cancha que recibe los fines de semana equipos de inferiores, con sus familias enteras y mascotas viendo disfrutar la vida y momentos únicos. La cancha que recibe a los deportistas, que esperan toda la semana por esos 90 minutos. Y la que nos espera y vamos a volver a visitar. A estar.
Un partido de básquet. De esos que te quitan la respiración en los últimos segundos. Cuando se juega a ganar y va a ocurrir algo diferente, algo distinto que va a marcar el resultado. Y van a estar ahí. Los que entrenan porque aman lo que practican. Los que admiran porque aman la sensatez de su juego. Los que anotan cada punto y capturan cada fotografía. Ese lugar nos espera y vamos a volver a visitar. A estar.
Un encuentro de vóley. Vaya si la familia ama este deporte. La familia y los amigos. Como un cuento con final feliz, no hay nada más leal que el vóley. No hay nada más integrador que el vóley. Cientos de deportistas no se van cuando termina el partido. Se quedan. Y lo hacen porque están en su casa. Socializan cada jugada, se aconsejan y ven los otros partidos. No se va nadie hasta que se apaga la luz. No se va nadie porque el vóley es vida. Y ese lugar también nos espera. Y vamos a estar.
La gala de boxeo. Si habremos vistos peleas ¡Las películas! El boxeo es una gran película. Y de esas que nos gustan porque son reales. Porque tienen triunfos y derrotas. La vida es una gran pelea. Y los dos que se suben al ring lo saben. Y así lo sentimos. Cada golpe, cada movimiento de los pies. Lo hacemos nosotros también. No cualquiera está arriba. Hay que ser guerrero. Valiente en la avanzada y con templanza en la arremetida del oponente. Algo hermoso del boxeo es la perseverancia. El boxeo nos enseña. El boxeo nos educa. Y cuando pase todo estaremos nuevamente ahí. Sin duda que vamos a estar.
Y faltan muchos otros deportes también. Extrañamos al igual que ustedes. Aficionados y deportistas. Pero si algo nos enseña cada juego es a cuidarse y cuidar al de al lado. Al equipo. A la familia. Y en eso estamos, todos, como un gran equipo que pronto va a volver a salir a la cancha.