Ya nada será igual

Ya nada será igual

El fútbol es muchas cosas. De todo se dijo sobre él en crónicas, películas, relatos o fotografías. Pero hay algo que también es el fútbol y hoy quiero escribir sobre eso. El fútbol es paisaje.  REALIDAD DEPORTIVA.

Los paisajes no los olvidamos. Son retratos en el tiempo que nos recuerdan que estamos vivos y somos libres. Libres de pensar, soñar, imaginar y recordar. Una tarde de verano al lado del río, tomando un mate. Una fotografía en la cima de una montaña abrazados con amigos y mostrando una sonrisa que será eterna. Recordamos esos paisajes así, ideales, con todos los elementos que forman parte de él.
Hoy falleció alguien que alterará el paisaje de cada cancha de fútbol de Salta. Ya no está más con nosotros Don Villa, el abuelo que vendía masas y bizcochos dulces en cada estadio y tribuna de la ciudad. Es imposible no haberlo conocido. Él formaba parte del paisaje de una tarde de fútbol.
Su andar cansino, perseverante, lento pero constante. Los entretiempos eran el momento para bajar de la tribuna y comprarle algo a Don Villa. Desde los más chicos hasta el que se agarraba la cabeza por una resaca que había dejado marcas. Todos hacían fila. Había respeto; una sensación de comprarle algo a un amigo.

¿Se acuerdan de su bicicleta? Con colores ya opacados por el paso de los años. Era su compañera de trabajo. ¿Qué palabra eh? No importaba el día ni el clima, era un símbolo del sacrificio. Algunas veces se lo veía cansado, llegando apenas con su canasta repleta de masas dulces.

Don Villa era parte de ese paisaje que nos hacía sentir en casa. Este año, este interminable y doloroso año, también nos cambiará los recuerdos que queríamos volver a vivir. Tal vez nunca hablamos con el viejo, hasta es probable que nunca le hayamos comprado nada, pero él estaba. Era un integrante más de esa casa común que convertía una tarde de fútbol. Como el abuelo que se sentaba en la sombra con una radio en la oreja, el grandote que vendía banderas, la señora que tenía su carrito con gaseosas frescas, los perros que corrían incansablemente detrás de los niños con sus pelotas, la familia que se sentaba en el mismo lugar con una bolsa con mandarinas y un set de mate para pasar la tarde.

Lo vamos a extrañar. El paisaje no será igual. Adiós Don Blas Hermenegildo Villa.

 

Foto internet

Por: Juan Vargas

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